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martes, 29 de marzo de 2011

CACIQUE MARA


Mara Este cacique de trato firme y autoritario, asumía toda la figura autocrática de quien gobierna asistido por poderes sobrenaturales. Fue caudillo de una vasta región occidental que se extendía desde las orillas del lago conocido como Maracaibo y el río Magdalena, en el límite con lo que hoy día es Cartagena. Los fieros indios motilones conocieron las incursiones de este cacique que consiguió someter a muchas tribus de la región, con las cuales hizo frente al invasor. Perfecto conocedor de la geografía guajira, Mara consiguió ejercer una prolongada resistencia al invasor español. 

Muere luchando contra un capitán español, que lo captura malherido y lo deja sumirse en su agonía, tratando de negociarle un trato de libertad a cambio de su riqueza. A la muerte de Mara no le sucede ningún otro cacique de su talla, por lo que la región fue prácticamente pacificada.

INDIA MARA

MARA
Antes Que llegaran los Frailes a sacar los indios de los montes sagrados, las aguas de los caños eran azules como el cielo y sus tierras eran buenas, fértiles y se podía caminar con seguridad pues no eran barrosas. 

Mara era una hermosa joven indígena de la tribu de los Guaraunos, hija del cacique Guarumo y la cacica Majagua.
Cuando decidieron marcharse de sus tierras que estaban ubicadas entre los caños del Golfo para ir en pos del Fraile Silvestre, Mara la hermosa indígena les dijo dulce a sus padres: 
 
Padres míos yo no quiero desobedecerles a ustedes, pero yo no quiero marcharme de mis tierras, allá no es seguro y aquí nos protege el Dios de estas aguas que son tan limpias como los ojos del cielo. 
 
Hija mía (le dijo el cacique tratando de convencerla) tu sabes que ese señor de piel blanca ha venido a traernos buenas nuevas y nos ha prometido un Dios de verdad que nos traerá paz, gozo y otras tierras donde podremos cultivar todo el maíz y la yuca que queramos.
Mara se entristeció mucho y enojándose con sus padres les dijo gritándoles. 
 
¡Eso es mentira! ese hombre es un demonio blanco que ha venido desde el sol, disfrazado de Dios para engañarnos y robarnos nuestras almas, ¡no quiero irme! 
 
El cacique molesto por aquella afirmación de Mara endureció la cerviz y levantó la mano para azotar a su hija, pero se contuvo, porque la amaba mucho. Su esposa la cacica Majagua le dijo, mirando fijamente el suelo.

Yo se que nuestra hija nos esta desobedeciendo y eso esta en contra de nuestras costumbres, me duele mucho el alma y se me parte en pedazos mi corazón. (Al susurrar esto se abraza al cacique para luego terminar diciendo) nuestra hija debe ser castigada con el destierro, si no lo hacemos seremos castigados por el Dios de las aguas y vendrán los dioses de la tierra de los muertos a castigarnos. Nuestra aldea pagará las consecuencias de nuestra desobediencia. 
 
Guarumo se abraza dolido a su esposa y mirando por última vez a su hija Mara dice: desde esta noche haremos una velada que durará tres días y tres noches. Anda ve y dile a la tribu que no reuniremos cuando la luna raye las copas de los árboles y le hablas al piache y le da mis instrucciones para que haga los preparativos, mañana antes que despunte el sol deberá de llevarse a nuestra hija con destino al destierro, allá en la isla Punta de Arena, donde permanecerá hasta que el dios de las almas y del mas allá venga en su busca.

Al escuchar las toscas palabras de Guarumo, su padre el cacique, la tierna Mara se puso muy triste, sintió que el corazón se le desgarraba en pedazo y enrollándose en el chinchorro donde dormía lloró desconsoladamente.

Su madre cuando se despidió de Mara le dijo con ternura:

Hija mía te llevas mi corazón, aunque te voy a perder para siempre estarás a mi lado. Todas las noches te prenderé una fogata frente de mi Choza, allá en las tierras de los blancos para iluminarte el camino en la distancia y que algún día puedas volver a casa, pero si algún día regresas traerás una maldición contigo, son los designios de nuestras costumbres.

CACIQUE PARAMACONI

Paramaconi fue un cacique venezolano de raza Caribe que habitó en la zona centro-norte-costera del país. Su nombre significa «caimán pequeño» y los españoles le llamaban el cacique-caballero. Se unió a Guaicaipuro y presentó una dura oposición a los conquistadores españoles que invadian sus tierras.

En 1561 Guaicaipuro atacó las minas de la región de Los Teques, en donde murieron todos los españoles, incluyendo los hijos de Rodríguez Suárez y Paramaconi también arrasó con sus guerreros la Villa San Francisco, levantada por Rodríguez, en el mismo lugar donde Losada fundará a Caracas seis años más tarde. Cuando ya tenía ganada la batalla, ocurrió que una estampida de ganado destrozó a sus bravos toromainas y se vio obligado a retirarse.

Paramaconi atacó más tarde, unido a la coalición de caciques, el sitio del Collado (hoy Caraballeda) en donde vencieron a Fajardo y éste se retiró a Margarita con sus hombres. En 1567 llegó Diego de Losada y realizó la fundación de Caracas. En 1568 concurre a la gran coalición convocada por el jefe Guaicaipuro, pero la operación no tuvo éxito.

A comienzos de 1570, Garcia González decidió exterminar al enemigo y lo atacó de noche en su caney. Paramaconi en la lucha fue herido y González le mando a curar las heridas y a partir de ese momento hubo paz entre ambos hombres y fueron amigos.


jueves, 17 de marzo de 2011

Indio Coromoto


La Virgen de Nuestra Señora de Coromoto es la patrona de Venezuela. Es venerada tanto en la ciudad de Guanare, donde apareció hace aproximadamente 350 años, como en todo el país. En esta página le reseñaremos la historia de sus apariciones y le mostraremos los lugares donde apareció y es venerada hoy en día.
Cuando la ciudad de Guanare fue fundada, en 1591, los indígenas que habitaban en la región, los Cospes, huyeron hacia la selva en el Norte de la ciudad. Esto dificultaba la evangelización que la iglesia Católica había emprendido.
Un día de 1652, el cacique Coromoto y su mujer atravesaban una corriente de agua y vieron una Señora de extraordinaria belleza que les dijo en su idioma: "Vayan a casa de los blancos y pídanle que les eche el agua en la cabeza (el bautismo) para poder ir al cielo". Casualmente un español llamado Juan Sánchez, pasó por ahí y el Cacique Coromoto le relató lo sucedido.
Manantial de agua en el lugar de la aparición
Manantial de agua en el lugar de la aparición

Reproducción de la aparición
Juan Sánchez entonces le pidió que se alistara con la tribu, que el pasaría dentro de ocho días a fin de enseñarles todo lo necesario para echarles el agua. En efecto, cuando regresó los indígenas marcharon con el a un ángulo formado entre los ríos Guanaguanare y Tucupido, donde les repartieron tierras e iniciaron la catequización, a fin de prepararlos para el bautizo.
Monumento a la virgen en el lugar de la primera aparición
Monumento a la virgen en el lugar de la primera aparición
Detalle del monumento
Detalle del monumento
Monumento a la entrada del parque, en "La quebrada"
Monumento a la entrada del parque, en "La quebrada"
Los jardines del parque
Los jardines del parque
Varios de los indios recibieron el bautismo, no así el Cacique quien echaba de menos la selva donde el mandaba y no tenía que obedecer. Esto lo hizo preparar su huída. Sin embargo el sábado 8 de septiembre de 1652, la virgen vuelve a aparecer en el bohío, en presencia de Coromoto, su mujer, su cuñada Isabel y un sobrino de esta. (Es, por cierto, la única vez que la Santa Virgen aparece a una familia).
El cacique coge la flecha y apunta para matarla. Como la virgen María se le acercó, Coromoto tira la flecha e intenta empujarla, pero ella desaparece, dejándole en la mano un pequeño pergamino con su imagen. El niño corrió a avisarle a Juan Sánchez, quien con dos de sus compañeros fueron al sitio de la aparición y recogieron la preciosa reliquia. Dieron parte a las autoridades civiles y eclesiásticas, quienes a pesar de no creerlo resolvieron llevar el pergamino a la Iglesia de Guanare en 1654, donde permaneció en un relicario hasta 1987, cuando fue incrustada en el pedestal de la imagen de madera que está hoy en día en el templo "Santuario Nacional Nuestra Señora de Coromoto".
Santuario Nacional Nuestra Señora de Coromoto
Santuario Nacional Nuestra Señora de Coromoto
El Santuario está construido en el lugar de la 2da aparición
El Santuario está construido en el lugar de la 2da aparición
El cacique Coromoto huyó a la selva, y al ver que la santísima Virgen no había logrado nada con el, permitió que lo mordiera una serpiente venenosa. Entonces volvió su corazón a Dios y comenzó a pedir el Bautismo, el cual le fue administrado por un Barinés que pasaba por ahí. Al bautizarse se convirtió en apóstol y pidió a los indios que no se separaran del misionero y que se bautizaran. Como consecuencia de esto, los indios Cospes formaron una comunidad de fieles muy fervorosa.

Santuario Nacional Nuestra Señora de Coromoto

Altar del templo de la Virgen de Coromoto
Altar del templo
Hoy en día, cerca de Guanare (estado Portuguesa), en el lugar de la segunda aparición fue construido un lindo templo, el Santuario Nacional Nuestra Señora de Coromoto, el cual fue consagrado el 7 de enero de 1996, e inaugurado con la solemne Eucaristía presidida por su Santidad el Papa Juan Pablo II, el 10 de febrero de 1996.
Vitral detrás del altar
Vitral detrás del altar
Vitral sobre el altar
Vitral sobre el altar

Primera aparición

Detalle Vitral central
Segunda aparición
Detrás del altar se encuentra la imagen de la virgen que mostramos a la derecha. Debajo de esta imagen está un hermosísimo relicario de oro, brillantes y perlas. Como está prohibido fotografiarlo, lamentamos no poder mostrárselo aquí.
Cruz sobre el altar
Cruz sobre el altar
Imagen de la virgen detrás del altar
Imagen de la virgen detrás del altar

viernes, 11 de marzo de 2011

CACIQUE MURACHI


 Murachí Con este nombre se conoce al bravo cacique mocotíe, que habitaba en la sierra merideña, en un lugar de muy difícil acceso cercano al río Chama. El sitio era denominado Murrupuy por los indígenas. Eran indios laboriosos, que producían algodón con el que tejían bellas cobijas y ruanas, que les servían para protegerse de las inclemencias del tiempo. También producían otras artesanías y se dice que llegaron a poseer minas de oro en Acequías y Aricagua. Enfrentó las tropas de Juan de Maldonado, que fundó Mérida en el año 1559. Su esposa era la princesa Tibisay, hija del cacique de Las Vegas del Mucujún. 

Eran adoradores del sol, al cual llamaban Ches. En la medida en que la guerra avanzaba, Murachí se dio cuenta de que la gran belleza de su amada la ponía en peligro y para protegerla la envió hacia el interior de su territorio, en el sitio más recóndito y secreto, en compañía de sus guerreros más leales. Sus hombres fueron diezmados y su tierra conquistada por el hombre blanco, pero Murachí nunca se rindió. Murió peleando contra el invasor en el año de gracia de 1560.

CACIQUE GUAICAIPURO







Guaicaipuro o Guaicaipuró (n. actualmente Los Teques, Venezuela, alrededor de 1530; m. 1568), fue un nativo indígena, jefe de varias tribus Caribes, con el título ‘Guapotori’ —Jefe de jefes— originario del grupo Teques.
A pesar de ser conocido hoy como Guaicaipuro, en los documentos del tiempo su nombre fue escrito como «Guacaipuro».

Biografía

Guaicaipuro formó una coalición de gran alcance en contra de la conquista española del territorio de la actual Venezuela, con diversas tribus que él condujo durante el siglo XVICaracas. Él dirigió, entre otros, a los Caciques Naiguatá, Guaicamacuto, Chacao, Aramaipuro, Paramaconi y a su propio hijo Baruta. Guaicaipuro en la actualidad es uno de los Caciques más famosos e ilustres. El área ocupada en nuestros días por la ciudad de Los Teques, fue poblada por varios grupos indígenas, los cuales contaban cada uno con su propio cacique. La tribu de Guaicaipuro, que abarcaba un área desde Turgua al este, hasta donde hoy se encuentra San José de los Altos, al oeste, era una de las más grandes. Uno de sus hijos varones, Baruta, se convirtió también en Cacique y dominaba el área del actual municipio de igual nombre. Otras hijas de Guaicaipuro eran, al parecer, Tiora y Caycape. (16) en la región central del país, especialmente en Valle de
Los españoles descubrieron oro en el área de Los Teques hacia 1560, y como comenzaron a poblar el sitio de las minas para extraerlo, Guaicaipuro, sintiendo su tierra invadida, les atacó, junto a otros caciques aliados, entre ellos Terepaima, forzando a los españoles a abandonar el lugar. Después del ataque, el gobernador de la provincia de Venezuela, Pablo del Collado, envió a Juan Rodríguez Suárez en 1561 para pacificar el área. Rodríguez Suárez, creyendo que había alcanzado su tarea al repeler a Guaicaipuro de la zona, deja el área al cuidado de algunos mineros y de tres de sus hijos, mientras exploraba los términos de Caracas. Una vez que los soldados españoles se marcharon del lugar, Guaicaipuro asaltó de nuevo las minas y mató a todos los trabajadores, así como a los hijos de Rodríguez Suárez.
Inmediatamente después de eso, Rodríguez Suárez, que estaba en camino a la ciudad de Valencia, con el propósito de reunirse con los españoles leales al rey, que intentaban detener al caudillo rebelde Lope de Aguirre (conocido en Venezuela como El Tirano, de los conquistadores del Perú, venido por el Amazonas en 1561 y alzado contra la Corona), fue emboscado por Guaicaipuro y el cacique Terepaima, que le dieron muerte durante su trayecto. Iba con un contingente reducido de seis soldados..
Después de estos sucesos, Guaicaipuro se convirtió en la figura principal y central en la sublevación de todas las tribus nativas de la provincia de Caracas, y logra unirlas a todas bajo su mando. En 1562 Terepaima derrota a una fuerza expedicionaria conducida por el capitán Luis de Narváez, matándolo a él y a 150 de los expedicionarios. Debido a los ataques feroces por parte de los indígenas, los españoles se retiraron lejos del área durante varios años.
En 1567, poco después de vencer en la Batalla de Maracapana, el capitán Diego de Losada entra al valle de San Francisco y ese año o el siguiente, puebla la ciudad de «Santiago de León de Caracas». Los españoles se preocuparon por la cercana presencia de Guaicaipuro y de sus hombres y, dada la fama de sus ataques hacia los conquistadores, decidieron no esperar un ataque de él, con lo que, como movimiento preventivo, Diego de Losada encomendó al alcalde de la ciudad, Francisco de Infante emprender la misión de capturar a Guaicaipuro y ‘pacificar’ a los otros Caciques.
A fines de 1567 o inicios de 1568, Francisco Infante y sus hombres, conducidos por guías nativos que habían sido chantajeados, dieron con el paradero de la choza de Guaicaipuro, en las cercanías de Paracotos. Según la leyenda, Guaicaipuro prendió fuego a su choza y se suicidó antes de permitir que los españoles lo encontraran con vida. Sin embargo, la otra versión sobre su muerte, que es la que ofrece el historiador José de Oviedo y Baños en su obra publicada en 1723, narra que tras una larga batalla por su vida, los españoles, imposibilitados de entrar a la choza, decidieron lanzarle una bomba de fuego sobre el techo de paja, obligando con ello a salir a Guaicaipuro que perece luchando con la espada que le había ganado a Rodríguez Suárez.
Todos estos datos son tomados de la obra de Oviedo y Baños, Historia de la conquista y población de la Provincia de Venezuela, quien es el único que ofrece estos detalles de Guaicaipuro. Pues sobre la existencia o no de Guaicaipuro como líder de la Confederación Indígena de Caracas no hay hasta hoy pruebas documentales ciertas. Existen algunos escasos documentos copiados de otros de 1585, que mencionan de pasada a Guaicaipuro como simple cacique de los Teques, pero su papel de líder heróico de la resistencia indígena de Caracas es sólo sustentado por la narración del historiador José de Oviedo y Baños, que escribe sobre esos hechos en 1723, y en cuya obra se han descubierto numerosos errores históricos.
De hecho, Oviedo es el que inicia narrativamente la supuesta existencia histórica de Guaicaipuro como líder de la resistencia indígena, pues en los amplios archivos documentales que hablan del período entre 1568 y 1723 no se menciona esta gesta descrita por Oviedo en ninguna forma.

Legado

Los restos de Guaicaipuro fueron trasladados al Panteón Nacional de manera simbólica, el 8 de diciembre de 2001, asignándole un espacio junto a los próceres de Venezuela, encabezados por Simón Bolívar, el Libertador.
El municipio Guaicaipuro del estado Miranda, Venezuela fue así nombrado en su honor.
En 2003, por iniciativa del Gobierno nacional, se crea la Misión Guaicaipuro, la cual se encarga de reivindicar social, política y económicamente a todas las etnias dentro del territorio venezolano.
Por otro lado el presidente Hugo Chávez señaló cuando abolió el Día de la Raza y decretó el Día de la resistencia indígena, que no se tendría que enaltecer nombres de conquistadores como el de Cristóbal Colón, sino el del Cacique Guaicaipuro por su determinación al resistir al imperio Español.
Aparece en en la cara frontal del billete de diez Bolívares.

jueves, 10 de marzo de 2011

HISTORIA DE LA INDIA ROSA


CUMPLEAÑOS 23 DE ENERO

Un espiritu encantado. India de raza indomable. Dulce y de nobleza característica. 

La india Rosa, su esencia guerrera y de amorosa, llena de bendiciones a su hijos. Su presencia impregna los portales de magia y sutileza, sus cantos evocan misterio, su reverencia a la Luna y el Sol colma el ambiente de redención y admiración.
Amante del olor de las flores. No es hermana, hija o esposa de Guaicaipuro, como tiende a confundirse. Es una de las mensajeras de la Reina María Lionza, quien le ha dado la bendición para que su espíritu se haga presente en los altares de los creyentes.

Premia y castiga cuando tiene que hacerlo. Sus ofrendas incluyen licores como el cocuy, otros elaborados por ella misma a base de tubérculos o frutos. Le gusta adornarse con flores y perfumarse con esencias. Quienes le rinden tributo acostumbran a obsequiarle la Flor de la Cayena, un ritual que se ha transmitido de generación en generación. Su danza es característica, así como su saludo.

Espíritus como este están llamados hacer el bien. Su esencia no debe utilizarse para hacer amarres o dominar personas en nombre del Amor, ya que la India Rosa, tiene una misión espiritual en este plano terrenal que no es esa. Las luces que la alumbran suelen ser de colores claros.



ORACIONES Y CONJUROS
INDIA ROSA


Oraciones a la India Rosa:

1) India Rosa! tu que pudiste sacar a Guaicaipuro de los brazos y del lecho de Urquía, te pido que el sentido de hembra de XXX (Nombre de la mujer), envuelva el cuerpo la materia y el deseo de XXX (nombre del hombre), desde la ultima raiz de su pelo hasta la ultima raíz de sus uñas, parte por parte de su cuerpo y coyontura por coyontura, para verlo llegar humillado, doblegado y amarrado al lecho y bajo el techo de XXX (Nombre de la mujer). 








2) OH GLORIOSA INDIA ROSA, INDIA PODEROSA, INDIA DEL AMOR, ILUMINA Y COLMANOS DE TUS DONES A QUIENES IMPLORAMOS DICHA EN EL AMOR. A LOS QUE A TI ACUDIMOS EN ESTAS HORAS DE ANGUSTIA Y DESESPERACIÓN AYUDANOS SIEMPRE BONDADOSA CON TU FAVORABLE INTERSECCIÓN, QUE NUNCA SE HAYA DICHO QUE TU FALTES A UNA PETICION, ALCANZANOS POR TU GLORIA ESTE FAVOR......

LA CORTE INDIA TE ALABA POR TU BELLEZA Y ESPLANDOR, INDIA ROSA PODEROSA, CREO EN TU FAVOR, INDIA ROSA, INDIA HERMOSA... DEVUELVEME O CONSIGUEME EL AMOR....

Rezar un Padre Nuestro, Ave María y un Credo.... Ofrecer un velón rosado o rojo....

Hechizo de proteccion de la India Rosa:
Se necesita:
1 velon rosa
1 manzana roja
1 foto de la India Rosa
Se pueden poner inciensos y flores al gusto de cada uno y ofrecerselas a la India Rosa.
Encendemos el velon y le ofrecemos la manzana roja. A continuacion rezamos su oracion.
Oración a la India Rosa

Oh poderosa India Rosa: ante tu cuadro me arrodillo y con toda mi fe te pido que alejes de mi camino a mis enemigos y se desvíen de mí porque yo a nadie hago mal y a nadie mal deseo; y que me protejas con tu fuerza, de todo aquel que me quiera hacer mal. Amén. (3 Padre Nuestro).
Dejar consumir el velon. Los restos se entierran, si no es posible, se tiran a la basura en una bolsa negra aparte de la basura domestica.

La manzana se deja que se seque. Necesitara bastante tiempo. Cuando este sequita y parezca una pasa, la guardas en una bolsita de tela y la llevas siempre contigo. Es el mejor amuleto de proteccion.

Historia de la india Tibisay hermana espiritual de la india rosa y mara



Tibisay, era esbelta como la flexible caña del maíz. De color trigueño, ojo grande y melancólico y abundante cabello. Eran para ella los mejores lienzos del Mirripuy, el oro más fino de Aricagua y el plumaje del ave más rara de la montaña.

Ella había aprendido, mejor que sus compañeras los cantos guerreros y las alabanzas del Ches. En los convites y danzas dejaba oír su voz, hora dulce y cadenciosa, hora arrebatada y vehemente, exaltada por la pasión salvaje.

Todos la oían en silencio, ni el viento movía las hojas. Tibisay era la princesa de los indios de la sierra, el liro más hermoso de las vegas del Mucujún. Un día salió espantada de su choza y fue a presentase a Murachí, el amado de su corazón. La comarca estaba en armas: los indios corrían de una parte a otra, preparando las macanas y las flechas emponzoñadas.

"¡Huye, huye, Tibisay!, nosotros vamos a combatir. Los terribles hijos de Zuhe han aparecido ya sobre aquellos animales espantosos, más ligeros que la flecha: mañana será invadido nuestros suelo y arrasadas nuestras siembras. ¡Huye, huye, Tibisay! nosotros vamos a combatir; pero antes ven mi amada y danza al son de los instrumentos, reanima nuestro valor con la melodía de tus cantos y el recuerdo de nuestras hazañas".

La danza empezó en un claro bosque, triste y monótona, como una fiesta de despedida, a la hora en que el sol, enrojecido hacia el ocaso, esparcía por las verdes cumbres sus últimos reflejos. Pronto brillaron las hogueras en el circulo del campamento y empezaron a despertar con las libaciones del fermentado maíz los corazones abatidos y los ímpetus salvajes.

Por todo el bosque resonaban ya los gritos y algazara, cuando seso de pronto el ruido y enmudecieron todos los labios. Tibisay apareció en medio del circulo, hermosa a la luz fantástica de las hogueras, recogida la manta sobre el brazo, con la mirada dulce y expresiva y el continente altivo. Lanzó tres gritos graves y prolongados, que acompaño con su sonido el fotuto sagrado, y luego extasió a los indios con la magia de su voz.

Oíd el canto de los guerreros del Mucujún: "Corre veloz el viento; corre veloz el agua; corre veloz la piedra que cae de la montaña".

"Corred guerreros; volad en contra del enemigo; corred veloces como el viento, como el agua, como la piedra que cae de la montaña".

"Fuerte es el árbol que resiste al viento; fuerte es la roca que resiste al río, fuerte es la nieve de nuestros páramos que resiste al sol".

"Pelead guerreros, pelead, valientes, mostraos fuertes, como los árboles, como las rocas, como las nieves de la montaña".

"Este es el canto de los guerreros del Mucujún".

Un grito unánime de bélico entusiasmo respondió a los bellos cantos de Tibisay. Concluida la danza, Murachí acompañó a Tibisay por entre la arboleda sombría. No había ya más luminarias que las estrellas titilantes en el cielo y las irradiaciones intermitentes del lejano catatumbo. Ambos caminaban en silencio con el dolor de la despedida en la mitad del alba y temeroso de pronunciar la postrera palabra ¡adiós!.

Hay un punto en que los ríos Milla y Albarregas corren muy juntos casi en su origen. Los cerros ofrecen allí dos aberturas, a corta distancia una de otra, por donde los dos ríos se precipitan, siguiendo cañadas distintas para juntarse de nuevo y confundirse en uno solo, frente a los pintorescos campos de Liria, besando ya las plantas de la ciudad florecida, la histórica Mérida. En aquel punto solitario encubierto por los estribos de la serranía que casi lo rodean en anfiteatro, Murachí tenía su choza y su labranza.

"¡Tibisay!", dijo a su amada el guerrero altivo, "nuestras bodas serán mi premio si vuelvo triunfante; pero si me matan, huye Tibisay, ocúltate en el monte, que no fije en ti sus miradas el extranjero, porque serias su esclava".

El viento frío de la madrugada llevo muy lejos a los oídos de Murachí los tristes lamentos de la infortunada india, a quien dejaba en aquel apartado sitio, dueña ya de su choza y su labranza. Cuando la primera luz del alba coloreo el horizonte, por encima de los diamantinos picachos de la Sierra Nevada resonó grave y monótono el caracol salvaje por el fondo de los barrancos que sirven de foso profundos a la altiplanicie de Mérida. Los indios, organizados en escuadrones, estaban apercibidos para el combate.

Pronto se diviso a lo lejos un bulto uniforme que avanzaba por la planicie, el cual fue entendiéndose y tomando formas tan extraordinarias a los ojos de los indios que el pánico paralizó sus movimientos por algunos instantes, pero a la voz del caudillo, la turba se precipita como desbordado torrente prorrumpiendo en gritos horribles y llenando el aire con sus emponzoñadas flechas. Murachí iba a la cabeza, blandiendo en alto la terrible macana y transfigurando el rostro por el furor.

Súbita detonación detiene a los indios: palidecen todos llenos de espanto; se estrechan unos contra otros, dando alaridos de impotencia; y bien pronto se dispersan, buscando salvación en los bordes de los barrancos, por donde desaparecen en tropel.

Sólo Murachí rompe su macana en la armadura del que fuera conquistador, sólo el bravo Murachí ve de cerca aquellos animales espantosos que ayudaban a sus enemigos en la batalla, pero también sólo él ha quedado tendido en el campo, muerto bajo el casco de los caballos.

El clarin castellano tocó victoria y la tierra toda quedo bajo el dominio del Rey de España. Cerca de las márgenes del apacible Milla, en aquel sitio apartado y triste, abrióse un hoyo al pie de la peña para sepultar a Murachí, con sus armas, sus alhajas y las ramas olorosas que Tibisay cortó en el bosque para la tumba de su amada.

Tibisay vivió desde entonces sola con su dolor y sus recuerdos en aquella choza querida. Sus cantos fueron en adelante tristes como los de la alondra herida. Los indios admiraban con cierto sentimiento de religioso cariño y la colmaban de presentes. Era para ellos un símbolo de su antigua libertad y al mismo tiempo un oráculo que consultaban sigilosos. Ya los españoles señoreaban la tierra y gobernaban a los indios. Sólo Tibisay vivía libre en la gargabta de aquellos montes o entre las selvas de sus contornos, pero era un misterio su vida, algo como un mito de los aborígenes, que atraía a los españoles con el fantástico poder de las ficciones poeticas.

Ningún conquistador había logrado verla todavía, sin embrago, nadie ponía en duda su existencia. Decíanles los indios que era una princesa muy hermosa, viuda de un guerrero afamado, a quien había prometido vivir escondida en los montes mientras hubiese extranjeros en sus nativas Sierras.

Era un encanto la voz de la fugitiva, que los cazadores oían de vez en cuando por aquellos agrestes sitios, como el eco de una música triste que hería en la mitad del alma y hacia saltar las lagrimas. En sus labios el dialecto muisca, su legua nativa, sonaba dulce y melodioso y no era menester entenderlo para sentirse conmovido el corazón.

MARÍA LIONZA Más Allá de los Espiritual PARTE 2_5